Evidentemente sólo con patadas, no sé ganan los combates, aunque el público y los practicantes de artes de combate era lo que retenían en su retina, tampoco con esto pretendo decir que fuese un boxeador de élite como para haber iniciado una carrera a nivel profesional, sin embargo, para su época, era alguien que se preocupó en aprender y perfeccionar algunas técnicas de puño para "reforzar" su estilo de lucha en Full Contact, es decir: Bill Walace no era un portento en el noble arte del boxeo, pero era un boxeador más que aceptable en el deporte de contacto del que fue campeón.
A esta conclusión llegué cuando intercambié con él algunas técnicas para la cámara, porque dada la diferencia de nivel, aquello no se puede catalogar como combate. Poseía una pegada increíble, la cual a veces no iba acompañada de una técnica depurada, simplemente estaba adaptada a su guardia para ser funcional. Aun así, poseía un directo de izquierdas y unos crochets demoledores, amén del directo de derechas. Impresionado por el escaso número de golpes que utilizaba en combate, le pregunte ¿porque no ampliarlo? Bill Walace fue tajante: "No se trata del número de técnicas que conozcas, si no de la que seas capaz de aplicar con eficacia en combate, a mí me ha llevado todo una vida perfeccionar tres patadas y tres puñetazos, ¿para que aprender más, si jamás la voy a utilizar en una pelea?" Bill Walace aseguraba que cada persona, al margen del estilo que practicara, tenía su propio estilo de lucha y lo que tenían que hacer era perfeccionarlo, por supuesto para hacerlo había que ayudar a la técnica con una musculación corporal adecuada.
El no creía en filosofía oriental ni en la mística del "Do", le resultaba incompresible que los maestros que la pregonaban, las enseñaran a cambio del vil metal, es decir: si no tenías dinero nunca alcanzarías el estado del "nirvana", por lo menos en occidente... No creía en los grandes maestros y expertos de "técnicas secretas mortales", aseguraba que le gustaba el Full Contact porque ahí no había engaño, dos subían a un ring, uno se quedaba en la lona y otro bajaba con el trofeo. Tampoco le gustaba el competir por equipos, le parecía injusto que a pesar de vencer, pudieras depender de otros para obtener la victoria, inclusive, cabía la posibilidad de obtener un trofeo o un título sin haber ganado ningún combate...
Me rompió muchos esquemas, sus argumentos eran aplastantes, sabía lo que quería y cómo luchar para conseguirlo. Hombre sincero, con un gran sentido del humor y con unos claros objetivos en la vida. Su pasión eran las artes marciales y el dinero, pero me atrevería añadir otro: no bebía ni fumaba, pero no perdía ocasión si se le presentaba una mujer "atractiva". Hoy en día, quizás su estilo y algunos de sus conceptos se han quedado desfasados, pero es incuestionable que marcó una época en artes marciales y que por derecho propio, merece un espacio en la historia de las mismas.
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